Informe encabezado por Stiglitz y presentado al G20 advierte una “emergencia de desigualdad” y pide acción global urgente.

Informe encabezado por Stiglitz y presentado al G20 advierte una “emergencia de desigualdad” y pide acción global urgente.

El Comité Extraordinario de expertos independientes, nombrado por el presidente Ramaphosa, presenta hoy el primer informe del G20 sobre la desigualdad mundial.

El Comité urge, ante todo, a la creación de un nuevo «Panel Internacional sobre la Desigualdad» destinado a informar la formulación de políticas a nivel nacional e internacional, inspirado en el modelo del Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC).

El informe incluye un nuevo análisis que revela que, entre 2000 y 2024, el 1 % más rico del mundo acaparó el 41 % de toda la nueva riqueza, mientras que solo el 1 % benefició al 50 % más pobre. Este hallazgo se presenta en un contexto de creciente preocupación por la captura democrática asociada a la concentración de la riqueza.

El «Comité Extraordinario de Expertos Independientes sobre la Desigualdad Global», creado por el presidente Cyril Ramaphosa durante la presidencia sudafricana del G20, presento hoy al G20 el primer informe sobre la desigualdad. El Comité, presidido por el profesor Joseph Stiglitz, economista ganador del Premio Nobel, y cuenta con la participación de otros cinco destacados expertos internacionales. El informe es el resultado de amplias consultas con destacados economistas y expertos en desigualdad de todo el mundo.

La principal recomendación del Comité es la creación de un nuevo panel internacional e independiente, inspirado en el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), que supervise las tendencias y evalúe sus causas y consecuencias, así como las políticas alternativas para abordarlas, con el objetivo de orientar a los gobiernos, los responsables políticos y la comunidad internacional.

El informe presenta un diagnóstico de las fuerzas que impulsan a la desigualdad y de su estado actual. Se publica en un contexto de creciente preocupación por «el aumento global de los ingresos y la riqueza entre los más ricos de la sociedad» y los crecientes retos a los que se enfrenta gran parte de la población para llegar a fin de mes. Al analizar las políticas que podrían contribuir a reducir la desigualdad, el informe pone especial énfasis en el ámbito internacional, incluyendo los esfuerzos por frenar la concentración empresarial y por reformar la arquitectura fiscal internacional, que ya figuran en la agenda del G20.

El presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa: 
«Este informe, que constituye una hoja de ruta hacia una mayor igualdad, respalda el objetivo de la presidencia sudafricana del G20 de situar la desigualdad en la agenda internacional. La desigualdad es una traición a la dignidad de las personas, un obstáculo para el crecimiento inclusivo y una amenaza para la democracia misma. Abordar la desigualdad es el gran desafío generacional que no podemos eludir. Este informe propone medidas prudentes y prácticas que podemos adoptar para reducirla.

«Felicito al profesor Stiglitz y a su Comité Extraordinario, integrado por expertos de reconocido prestigio, por este esfuerzo. Espero con interés debatir este informe en la Cumbre de Líderes del G20 en Johannesburgo.»

Profesor Joseph Stiglitz (EE. UU.), premio Nobel de Economía:

«Es un honor para nosotros presentar este informe al presidente Ramaphosa y al G20. Los datos disponibles sobre la desigualdad deberían preocupar a los líderes de todo el mundo. El mundo ya reconoció que enfrentamos una emergencia climática; ha llegado el momento de reconocer que también vivimos una emergencia de desigualdad. No solo es injusta y erosiona la cohesión social, sino que además representa un desafío para nuestra economía y nuestra política. Nuestro comité está convencido de que algunos de los peores efectos de la desigualdad se manifiestan en el funcionamiento de la democracia.

«El trabajo del Comité nos ha demostrado que la desigualdad es una crisis que requiere una acción concertada. Para avanzar en esa dirección, es esencial que los responsables de políticas públicas, los líderes políticos, el sector privado, los medios de comunicación y el mundo académico cuenten con información y análisis rigurosos y oportunos sobre esta crisis de desigualdad. Por eso, nuestra principal recomendación es la creación de un nuevo Panel Internacional sobre la Desigualdad. Este panel se inspiraría en la extraordinaria labor del IPCC en materia de cambio climático, reuniendo a expertos técnicos de todo el mundo para monitorear la desigualdad y evaluar sus causas.

El informe revisa y compara los últimos datos sobre el estado de la desigualdad, revelando:

El 83 % de los países del mundo, que en conjunto representan al 90 % de la población global, cumplen con la definición de alta desigualdad establecida por el Banco Mundial. Los países con altos niveles de desigualdad tienen siete veces más probabilidades de experimentar un retroceso democrático que aquellos más igualitarios.

El 1 % más rico ha acaparó el 41 % de toda la nueva riqueza generada desde el año 2000, mientras que el 50 % más pobre de la población global solo ha visto aumentar su riqueza en un 1 %, según datos del World Inequality Lab. Esto equivale a un incremento promedio de 1,3 millones de dólares para el 1 % más rico y de apenas 585 dólares para el 50 % más pobre (durante el mismo periodo, en dólares de 2024).

La desigualdad entre los individuos a nivel global ha disminuido en las últimas décadas, en gran parte debido al aumento de los ingresos en China, pero las perspectivas de nuevas reducciones son inciertas. La brecha de ingresos global entre los países del Norte y del Sur continúa siendo muy amplia.

Nuevos datos sobre el auge de la riqueza heredada muestran que se transferirán alrededor de 70 billones de dólares en la próxima década, lo que plantea un gran reto para la movilidad social, la equidad y la igualdad de oportunidades.
El Comité subraya que la desigualdad extrema, tiene múltiples consecuencias negativas en los ámbitos económico, político y social, que se refuerzan mutuamente y se amplifican sus efectos adversos. La elevada concentración de riqueza, en particular, debilita la democracia y frena el progreso económico. 

Desde 2020, factores como la COVID-19, la guerra en Ucrania y los nuevos conflictos comerciales desde el inicio del 2025 han conformado una “tormenta perfecta” que agrava la pobreza y la desigualdad. Una de cada cuatro personas en el mundo se ve obligada a saltarse alguna comida con regularidad, mientras la riqueza de los multimillonarios ha alcanzado su nivel más alto en la historia.

El informe subraya que distintas políticas podrían contribuir a reducir la desigualdad tanto a nivel nacional como internacional, y señala el papel clave que puede desempeñar el G20 para facilitar la coordinación global:

Reformar las normas económicas internacionales: rediseñar las reglas de propiedad intelectual (especialmente en relación con las pandemias y el cambio climático), rediseñar las normas fiscales para garantizar una tributación justa de las multinacionales y de los ultrarricos (teniendo en cuenta el Convenio Fiscal de las Naciones Unidas).

Medidas nacionales: explorar el rol de las regulaciones favorables a los trabajadores para reducir la desigualdad, reducir la concentración empresarial, tributar a las grandes corporaciones, invertir en servicios públicos y aplicar políticas fiscales y de gasto más progresivas.
Nuevos modelos de cooperación: fomentar nuevas formas de colaboración entre países en ámbitos como la fiscalidad, el comercio y la transición ecológica, especialmente ante la volatilidad geopolítica actual.

Los seis expertos independientes son: el profesor Joseph E. Stiglitz (Estados Unidos); la Dra. Adriana E. Abdenur (Brasil); la Sra. Winnie Byanyima (Uganda); la profesora Jayati Ghosh (India); el profesor Imraan Valodia (Sudáfrica); y el Dr. Wanga Zembe-Mkabile (Sudáfrica).

Otras citas de miembros del Comité Extraordinario del G20

Dra. Adriana E. Abdenur (Brasil), científica social brasileña, cofundadora de Plataforma CIPÓ:

«La desigualdad no es solo una consecuencia, sino también una causa de muchos de nuestros mayores retos sociales. Y, como demuestra nuestro informe, las reglas de la economía global se diseñan con demasiada frecuencia de manera desigual. Sin embargo, ningún país puede abordar este problema por sí solo. La presidencia brasileña del G20 dio pasos decisivos para combatir el hambre, abordar los monopolios farmacéuticos e imponer impuestos sobre los ultrarricos. Ahora, Sudáfrica está liderando el lanzamiento de una iniciativa internacional destinada específicamente a enfrentar la desigualdad. Sería un legado notable, un nuevo tipo de multilateralismo, y todos los gobiernos deberían apoyarlo».

Sra. Winnie Byanyima (Uganda): Directora Ejecutiva de ONUSIDA:

«El sida es un ejemplo claro de cómo la desigualdad impide a la humanidad superar problemas que podrían quedar atrás en la historia. Sabemos cómo poner fin al sida: existen medicamentos muy eficaces para tratar y prevenir el HIV. Sin embargo, la pobreza, el estigma y la criminalización alejan a las personas de los servicios de salud y ayuda. Las normas de propiedad intelectual protegen los monopolios y mantienen los precios elevados. La evasión fiscal de los ricos y las grandes corporaciones drena los presupuestos sanitarios. Y el creciente peso de la deuda obliga a los gobiernos a destinar más recursos al pago de intereses que a la salud de su población. Acabar con el SIDA —como con tantos otros desafíos globales— depende de acabar con la desigualdad.

Profesora Jayati Ghosh (India), profesora de la Universidad de Massachusetts en Amherst:

«La desigualdad extrema ha provocado o agravado muchos de los grandes desafíos de nuestro tiempo: la creciente percepción de injusticia, la polarización social y el debilitamiento de los contratos sociales; el poder desmedido que ejercen unos pocos, distorsionando la vida política, económica y social; y la incapacidad para abordar las causas y consecuencias del daño ecológico y el cambio climático.  Estos resultados no son inevitables, sino que son consecuencia de arquitecturas institucionales, marcos regulatorios y decisiones políticas que pueden revertirse, tanto a nivel nacional como internacional. Nuestro informe ofrece un plan para ese cambio, en el que la reducción de las desigualdades contribuye a que las economías beneficien a las personas y al planeta.

Profesor Imraan Valodia (Sudáfrica): profesor de Economía, vicerrector de Clima, Sostenibilidad y Desigualdad, Universidad de Witwatersrand (WITS):

«Todos los países tienen margen para abordar la desigualdad a nivel nacional, y la cooperación internacional responde al interés estratégico de cada uno de ellos. Sin embargo, una cosa quedó clara mientras elaborábamos nuestro informe: aunque existe una gran cantidad de literatura académica sobre la desigualdad, no hay un organismo central encargado de evaluar su situación a nivel global. De hecho, muchas estimaciones parecen haber subestimado gravemente el nivel real de desigualdad en nuestras sociedades. Sin un escrutinio adecuado, la desigualdad se ha desbordado, y es hora de ponerle freno».

Dra. Wanga Zembe-Mkabile (Sudáfrica): científica especialista sénior del SAMRC y profesora de la Facultad de Salud Pública de la UWC:

«No puede ser justo que vivamos en un mundo donde un puñado de personas pueden acumular muchos millones de dólares en un solo día, mientras que los trabajadores formales e informales con los salarios más bajos apenas pueden pagar el alquiler, alimentar a sus hijos y darles una buena educación. Espero que, cuando los gobiernos consideren las opciones políticas que se plantean en este informe, recuerden que no se trata de un debate abstracto sobre la distribución de la riqueza, sino de una elección sobre si damos a los niños y a sus familias una oportunidad justa en la vida o, en algunos casos, la posibilidad misma de tener una vida».