Otro 19 de septiembre sin promesas cumplidas

Otro 19 de septiembre sin promesas cumplidas

Por: Adriana Argudín Palavicini

En la semana que termina, fue tema recurrente en las conversaciones entre amigos y vecinos el sismo del lunes 19 así como la fuerte réplica de la madrugada del jueves 22 (el primero de una intensidad de 7.7 grados en la escala de Richter y el segundo de 6.9 grados). Era casi inevitable no comentarlo, pues todavía sigue presente en la memoria de muchos mexicanos el terremoto de 1985 y el temblor de 2017, ambos ocurridos también un 19 de septiembre. Como sabemos, en esta ocasión el epicentro fue en Coalcomán, Michoacán, sintiéndose con fuerza en la Ciudad de México y en al menos once entidades del centro-oeste del país, resultando algunos municipios de Colima y de Michoacán los más afectados. Oficialmente, se dice que los fallecidos no llegaron a diez e igualmente el número de heridos, aun así, la pérdida de vidas humanas no deja de ser lamentable.

Hasta el 20 de septiembre y de acuerdo con datos de Protección Civil, entre Colima y Michoacán han registrado daños en 245 inmuebles, entre los que se encuentran 30 escuelas, 28 unidades médicas, puentes, tramos carreteros y grietas en la presa Las Trojes (en el estado de Colima). En virtud de que ha habido muchas réplicas, todavía falta por ver cuántos inmuebles y vías de comunicación más se agregan a la lista. Es importante hacer notar el hecho de que entre escuelas y unidades médicas dañadas sumen casi 60, el 24 por ciento de lo registrado un día después del temblor, puesto que ese tipo de inmuebles han sido señalados desde antes de la pandemia de Covid-19 con problemas estructurales y falta de mantenimiento. Y lo mismo ha sucedido con caminos, puentes y carreteras, vías de comunicación indispensables para muchos pueblos, colonias y ciudades. Es decir, los movimientos telúricos vinieron a confirmar la certeza de las advertencias y dieron la razón a las peticiones ciudadanas para que se arreglaran o se les diera mantenimiento a los inmuebles que en esta ocasión resultaron dañados.

En el resto de los lugares donde se sintió el temblor, la página digital del diario El País del 20 de septiembre, habla de más de 3 mil inmuebles con daños. A esa lista le precede una mucho más grande, la que resultó del sismo de hace cinco años, donde más de 180 mil viviendas sufrieron daños, de las cuales 50 mil 610 tuvieron daños totales, y 250 mil personas resultaron damnificadas. En ese entonces, la atención a quienes lo perdieron todo en la Ciudad de México, estuvo bajo la responsabilidad del jefe de gobierno de la capital del país Miguel Ángel Mancera. “Días después del sismo, la ayuda y donaciones internacionales de prácticamente todo el mundo comenzaron a llegar a México, hasta sumar más de 90,000 millones de pesos (unos 4,300 millones de dólares).” (forbes.com.mx 18 de septiembre de 2020). ¿Y qué pasó con tales millones de pesos? El mismo medio señala: “Pero tres años después, muchos damnificados denuncian que los recursos se esfumaron por posible malos manejos.”

Vino luego la campaña electoral de 2018, en la que los candidatos a ocupar alcaldías “usaron el tema como campaña para ganar votos, (pero) ahora cayó en el olvido”, señala Israel Ballesteros, vecino de la alcaldía Tlalpan e integrante del colectivo “Daminificados Unidos”. Ya como alcaldesa de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, la reconstrucción quedó bajo su responsabilidad, e hizo promesas de ayudas y cambios, entre ellas, “prometió terminar en el primer semestre de 2022, pero será hasta 2023”, señala el mismo Ballesteros, o sea, seis años después, y con más inmuebles dañados y más damnificados. Por su parte, Francia Gutiérrez, representante de dicho colectivo, narra el viacrucis por el que han tenido que pasar: “Comenzamos a luchar por dictámenes técnicos, tiempos de obra, un fideicomiso para la reconstrucción”, pero se toparon no sólo “con intereses privados, empresas fantasmas, sobrecostos, vicios ocultos, mafias inmobiliarias y contubernio de autoridades”, sino también con funcionarios acusados del desvió de fondos públicos para la reconstrucción, a quienes calificó de “buitres de la tragedia”. (Deutsche Welle, 19 de septiembre de 2022). Ya de por sí las cosas iban mal, cuando en 2021, por mandato del presidente López Obrador, se sumprimió el Fondo de Desastres Naturales (Fonden), bajo el argumento de “frenar el desvío de recursos públicos”.

Y llegó el coronavirus. Para los damnificados que todavía siguen esperando un lugar donde vivir, les causó un buen coraje la recomendación de el “quédate en casa”, pues como bien dijera la señora Trinidad Godínez, vecina de la colonia Condesa, “pero ¿cuál casa?, si no tenemos dónde vivir”, pues el edificio de seis pisos en que vivía junto con su madre se vino abajo. Ello, a pesar de que el presidente López Obrador aseguró el pasado mes de julio que el gobierno federal ha invertido más de 33 mil millones de pesos en el Plan Nacional de Reconstrucción, creado para hacer frente a los estragos telúricos de 2017, junto a otros -¿cuáles?- de 2018. Pero la realidad, y no los “otros datos”, dice que en medio de la pandemia, miles de familias siguen esperando o bien la reconstrucción de sus viviendas o bien a que se les dé un lugar donde vivir. Los años pasan, los pocos inmuebles que sufrieron daños menores se siguen deteriorando, la inflación sigue en ascenso y, en consecuencia también las rentas, y ahora hay que esperar un año más, según las cuentas de la señora Scheinbaum.

El actual gobierno federal ha dicho en múltiples ocasiones que no es igual que los gobiernos anteriores, y cree que a fuerza de repetirlo los mexicanos nos lo creeremos. Pero basta con ver cómo ha actuado y cuáles son sus resultados, no únicamente en el caso que hoy comento, sino también en el caso de la seguridad, de la salud, de la educación, del combate a la corrupción, de la economía, etcétera, etcétera. Y la realidad, señores de la 4T, nos dice que, en efecto, no son iguales, que para gobernar con éxito a un país como el nuestro se requiere de gente capacitada y dispuesta a llevar a cabo un verdadero cambio estructural, lo cual, desgraciadamente, ustedes carecen de ello