Opinión: Argentina, en quiebra y fracturada, elige presidente bajo acecho imperial

Frente a un entorno internacional crispado por la guerra proxy de EEUU contra Rusia en Ucrania y los crímenes bélicos de Israel en Gaza, 9.5 millones de argentinos eligieron nuevo presidente.

Opinión: Argentina, en quiebra y fracturada, elige presidente bajo acecho imperial

El pasado 19 de noviembre, 9.5 millones de argentinos eligieron nuevo presidente entre dos temores: el generado por el continuismo sin crecimiento económico y el propiciado por la ultraderecha impredecible.

Ese experimento electoral se realizó frente al entorno internacional crispado por la guerra proxy de Estados Unidos (EE. UU.) contra Rusia en Ucrania y los crímenes bélicos que Israel está realizando en Gaza. Muy de cerca, América Latina confiaba en que el voto de los argentinos impidiera que su nuevo gobierno se sometiese al gran capital.

La tercera economía latinoamericana, con privilegiada geografía, riquezas naturales y portentosa agroindustria, no crece ni se desarrolla como merece; a pesar de que ya hace 40 años, en octubre de 1983, valientes argentinos expulsaron del poder a los militares genocidas que en cuatro ocasiones asumieron el poder con golpes de Estado.

Sin embargo, las élites argentinas (terratenientes, empresas agroindustriales, grupos mediáticos y cúpulas políticas) sumisas al capital de Occidente, siguen afianzadas al poder político y económico, lucrando con los bienes de la nación.

 

 

Para ello recurren al temor hacia la izquierda, al caos y a la devaluación. Un estudio del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica reveló: “El miedo a Milei es mayor que el miedo a Massa”. Y los argentinos temen mucho más a la enorme deuda asumida por sus élites.

Y, como ocurre en todos los países en el mundo, el objetivo de los programas de ajuste provenientes del Fondo Monetario Internacional (FMI) consiste en socavar proyectos de desarrollo económico nacional en Argentina. 

Hoy, a pesar de que sus reservas internacionales tienen el nivel más bajo en 20 años, los argentinos pagan casi dos mil 600 millones de dólares (mdd) a ese organismo. A la par, los fondos de inversión Paladian Partners, HBK Master Fund LP, Hirsh Group LLC y Virtual Emeral International Lt., detentan la otra parte de esa impagable deuda.

El pasado cinco de abril, en un fallo de enorme peso geopolítico contra Argentina que judicializaba la soberanía del país, el juez británico Simon Picken ordenó el pago de 643 mdd e intereses adicionales en favor de los llamados “fondos buitres”.

Fue así como un poder extraterritorial impuso decisiones adversas a la economía argentina. Esta injerencia dañó a los sectores más estratégicos, y confirma que los “fondos buitres” influyen sobre cada acto político de su gobierno. De facto de jure, la rapiña financiera ha convertido al Estado argentino en un ente periférico incapaz de construir un sistema económico viable.

El desaliento pesó sobre los votantes quienes, en la segunda vuelta electoral, optó por castigar a un modelo que no dota con bienestar al 40 por ciento de los argentinos; o por sancionar a las élites que gozan de beneficios empobreciendo a 18.5 millones de personas, cuyo 56.2 por ciento son niños, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).

 

Votos y promesas

Este año, en la región latinoamericana hubo intensos procesos electorales; presidenciales en Paraguay (abril), Guatemala (junio) y Argentina (octubre-noviembre); municipales en Colombia y plebiscitos en Chile y Ecuador. Salvo en el caso de Bernardo Arévalo en Guatemala, los resultados fueron muy cerrados y la emergencia de supuestos candidatos antisistema que, a falta de programas congruentes, emitieron discursos mesiánicos.

Estos outsiders, como el magnate ecuatoriano Jan Topic, se insertaron en partidos de derecha para radicalizarlos con una visión conservadora-religiosa con ingredientes ultranacionalistas, racistas, antiinmigrantes y agendas privatizadoras de lo político-económico.

Esta tendencia se confirmó el 22 de octubre con resultados muy cerrados: 36.8 por ciento para el peronismo de Unión por la Patria (UP), 29.99 por ciento para la ultra derechista La Libertad Avanza (LA) y 23.8 por ciento para la centro-derecha Juntos por el Cambio (JC). Para desacreditar el sutil éxito oficialista, LA recurrió a una denuncia de “fraude”.

Se culpa a Sergio Massa, candidato-ministro, por el ajuste impuesto por el FMI y la inflación anual, que superó el 138 por ciento. También se le atribuye haber capitalizado gran parte del voto con un discurso político que permitió a los argentinos recordar la trágica historia que su país ha vivido en los gobiernos de la derecha.

Massa, el experimentado exministro de Finanzas, “dio un viraje” a la desconfianza ciudadana y se posicionó como líder con propuestas claras, como la de omitir concesiones ante una nueva discusión “sin resignación” con el FMI; y postuló: “que el insulto no se transforme en nuestro idioma”.

Cuando su adversario de LA lo acusó de “aterrorizar” a millones de argentinos con tarifas más altas en el transporte parando los subsidios, Massa habló como presidente, felicitó al electorado y convocó a un gobierno nacional. Además, invitó a militantes y funcionarios de otras corrientes y propuso medidas distributivas contra los especuladores del dólar.

En el otro extremo de la escena política, Javier Milei, el candidato de LA, asumió el perfil de “anticasta política”, que tantos beneficios ha reportado al capitalismo corporativo estadounidense de Donald Trump y al de Ucrania de Volodymir Zelensky.

Supuestamente ajeno al uso de la política tradicional, Milei forjó su fama en la televisión con provocadores comentarios económicos que le generaron simpatías entre la ingenua audiencia. Dispuestos a capitalizarpolíticamente al personaje, sus patrocinadores lo hicieron diputado de LA en 2021.

Este personaje afirma practicar sexo tántrico y tiene cinco perros; cuatro con nombres de conocidos economistas neoliberales: Milton (por Friedman), Murray (por Rothbard), Robert y Lucas (por el Nobel Roberto de Lucas). Y acostumbrado al buen vivir de la política, Milei se autoproclamó precandidato presidencial con el lema: “No vine a guiar corderos, vine a despertar leones”.

 

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