Multimedia: Al tomar la batuta de la Sinfónica del IPN, Vladimir Sagaydo seguirá apostando por la música mexicana

En esta entrevista, Vladimir Sagaydo, compositor, violonchelista, y nuevo director artístico de la orquesta sinfónica del IPN, nos describe su carrera artística y nos revela sus opiniones sobre la cultura de la música mexicana.

Multimedia: Al tomar la batuta de la Sinfónica del IPN, Vladimir Sagaydo seguirá apostando por la música mexicana

Vladimir Sagaydo es un violonchelista y compositor que cuenta con una prolífica carrera, donde también se destaca su participación como pianista y director de orquesta. Dentro de su amplio currículo podemos encontrar un admirable número de orquestas con las cuales ha colaborado, y entre ellas se encuentran la Sinfónica Nacional, así como la Filarmónica de la UNAM. De igual manera sobresalen los distintos premios a los que ha sido nominado, tales son los célebres premios Grammys y los Platinum.

En julio de 2023 asumió el cargo de nuevo director artístico de la orquesta sinfónica del Instituto Politécnico Nacional. Y en esta entrevista se hace un recorrido por su carrera artística y nos revela sus opiniones acerca de la cultura de la música mexicana, entre otras cosas.

El nuevo director comienza a relatarnos un poco acerca de los retos a los que estará próximo a enfrentar en esta nueva faceta de su carrera artística frente a la sinfónica del Politécnico. Comenta que existen varios tipos de desafíos, y él considera que tiene un reto muy grande con la comunidad politécnica, por lo que espera conservar un buen clima laboral lleno de empatía.

Además, revela que ya conocía la orquesta, pues fue la primera con la que participó como solista hace aproximadamente 20 años y ahora toma la batuta como director artístico.

Como segundo reto, Vladimir menciona que es en el ámbito laboral. Aquí tiene proyectado llevar una buena comunicación con el sindicato y demás estructuras en el Politécnico.

Destaca que cuenta con un gran equipo en cuestión de la dirección cultural. Actualmente, se encuentran elaborando programas interesantes para el público, tanto politécnico como externo. Uno de sus objetivos es enriquecer su agenda, ir más allá, salir de lo convencional, no solo tocar música clásica; Vladimir pretende colaborar con otras compañías, grupos de música, danza, ballet, etc.

Por último, su tercer reto sería expandirse, no solo enfocarse en el área politécnica de la Ciudad de México, sino también en otros estados, ya que la extensión del campus universitario permite llevar su propuesta hacia el interior de la República Mexicana.  

Por otro lado, Vladimir hace una pequeña introspección y nos habla acerca de la responsabilidad de subirse al escenario, del esfuerzo que ello conlleva. Comienza haciendo una comparación por demás interesante al mencionar un estudio de carácter científico, que compara la salida de un director de orquesta al escenario, con la emoción de saltar dos veces en paracaídas, recalcando el desafío físico y mental que conlleva ser un director de orquesta.

“La verdad de ser director, aparte de pararse en el pódium, también es concentrar todas las fuerzas de la orquesta, ya que, detrás, hay un trabajo de management, y de funcionario, inclusive”, nos dijo en entrevista.

Además, destaca que el reto de un director es “sacar lo mejor de lo que fue alcanzando el colectivo de músicos durante los ensayos, juntarlo y, emocionalmente, recargar las pilas de cada músico para que, en este momento, para esos 30 minutos o 50 minutos o 2 horas de concierto, entreguen lo mejor de ellos emocionalmente, técnicamente, musicalmente”.

También, Sagaydo nos comparte parte de su formación artística, el camino y los retos que tuvo en el camino para llegar a este punto.

Al respecto, destaca que “la mayor parte de mi vida me dediqué, y sigo dedicando, a la promoción de la música mexicana que, en mi opinión, es de misma importancia darla a conocer al mundo, como con la música europea.

“Estamos hablando de nuestros grandes genios como: Carlos Chávez, Ponce, Blas Galindo, Revueltas, inclusive también compositores de ahorita; Gabriela Ortiz es la compositora más cotizada y más famosa en el mundo. Entonces, esto representa para mí una continuidad entre mi cultura natal y México, que hay cultura aquí, cultura musical, cultura de composición, cultura de grandes éxitos; no solamente en campos sinfónicos, sino en campo popular. Pues estamos hablando de Agustín Lara, intérpretes y grandes cantantes como Pedro Infante, de Javier Solís.

“Es una tradición tan rica que no en cada país existe. Sabemos que hay una cultura pop masiva en todo el mundo, pero una cultura semejante a la cultura mexicana entre años 20 y 80, hay muy poca parecida en el mundo, y la seguimos conservando, la seguimos cultivando en México”, afirmó el director de orquesta en entrevista con Canal 6.

Al vivir tantos años en México ha aprendido a apreciar su cultura y ahora celebra que los espacios culturales y de entretenimiento locales se llenen lo mismo cantando boleros ‒como lo lograba Pedro Infante‒ o música de mariachi, con la Sonora Santanera y todo lo relacionado. “Es importantísimo, son representantes de la cultura popular que están muy profundamente metidas en las almas de los mexicanos y creo que esto representa una importancia y un reto para nosotros como orquesta, estar atendiendo también esos géneros”.

Dejando de lado su cargo como nuevo director artístico, Vladimir también expone sobre su formación artística en Moscú. En primer lugar, está orgulloso de su legado, de los maestros que lo formaron. Enfatiza lo competitivo que era en aquel entonces, en su tierra natal, ingresar en un conservatorio de música, incluso para un niño de seis o siete años, que fue su caso.

También conversa sobre sus maestros, todos ellos personas de la tercera edad, donde la brecha generacional era muy grande, pero esta experiencia acumulada en los docentes es lo que ve ausente en la enseñanza en México y en la época contemporánea, ya que los jóvenes desconocen toda la herencia generacional detrás de cada músico, la tradición de la que forman parte. “Yo conozco quiénes fueron los maestros de mis maestros, y los maestros de los suyos. Estamos hablando de grandes músicos y chelistas, además de compositores y pianistas. Saber esto es un reto y una responsabilidad enorme.

“Ahora que llevó más de 11 años trabajando en la Escuela Superior del INBA y estamos en esta época del internet, donde tenemos mucho acceso a la información, pregunto en los exámenes información que considero importante, sin embargo, no pueden responder, porque no conocen”, destacó. Además de resaltar la labor tan encomiable de sus maestros, reconoce que no se cree capaz de realizar una tarea así.

Durante la entrevista, le cuestionamos sobre cuál cree que es el factor del que carece nuestra promoción cultural. A ello respondió que no se atreve a juzgarla, mas podía dar una propuesta:

“Había un gran escritor, Antón Chéjov; creo que todos los que hemos cursado la prepa conocemos, sobre todo, La dama del perritoEl jardín de los cerezos; ya conocemos estas novelas, esas obras. Pues él, en una de sus novelas, expresa una teoría sobre las pequeñas contribuciones o pequeñas cosas. Yo llegué a México a los 14 años, en ese tiempo yo no conocía a las personas que manejaban la cultura; entonces yo, por iniciativa propia, empecé a tocar, por ejemplo, obras para violonchelo que no se han tocado tanto, como, por ejemplo, de Blas Galindo, algunas obras de Carlos Chávez”.

De esta manera, sumándose al rescate de la gran riqueza de la música mexicana, es como Sagaydo comenzó esa huella dentro de la esfera cultural del país que lo ha llevado tanto a los grandes recintos como a modestos espacios de formación artística, como cuando lo conocimos en el Auditorio In Xóchitl in Cuícatl, en la colonia Cerro del Tejolote, en el Estado de México.

En la promoción cultural, considera, el reto es salir de la zona de confort, y comenzar a exponer y explorar a esos grandes artistas no tan populares. Recalca que es importante “exponer, esas obras, tocarlas en una orquesta ‒aunque no nos guste‒, pues es parte de nuestro legado, de nuestro patrimonio”.

Destaca que “muy pocos mexicanos sabemos que nuestro famoso compositor violinista y gran amigo de todas las reinas de Europa, Julián Carrillo, presidía congresos de música contemporánea de música tonal; hasta en Nueva York, donde sus oyentes fueron Prokófiev, Schomberg, Stravinski. Fue un señor importante, un señor que vivió 90 años y que dejó muchísimo legado musical”.

Vladimir nos dice que ahí recae el reto de la promoción cultural, no irse por lo seguro, por el camino fácil o “lo que vende”.

Respecto al contexto internacional ante el veto hacia la cultura de su pais como parte de las sanciones por la Operación Especial, Sagaydo sostiene que, a diferencia de hace varias décadas, ahora el mundo es muy abierto. De existir estas prácticas, para él son temporales y la prueba es que la música de compositores rusos sigue presente en los recintos de muchos países en el mundo.

Sin embargo, lo que no es temporal es el trato que ha recibido como ruso después de su etapa soviética, desde entonces Sagaydo, afirma, conoció lo que es una prohibición. “Yo puedo entender eso muy bien, porque a mí me ha tocado esperar en las embajadas de la Unión Europea, antes de todos los conflictos; era humillante, de verdad era humillante”, recordaba.

“Te pasabas muchísimo tiempo esperando, te hacían firmar muchas cosas, inclusive antes de naturalizarme mexicano ‒de hecho, esa naturalización no es para facilitar mis viajes, es simplemente el cierre de un ciclo que tiene que pasar naturalmente‒, todavía teniendo yo una nacionalidad rusa tenía que viajar a Europa y en la embajada de Francia me rechazaron la visa de tránsito simplemente para transitar por París, comprar boleto de su aerolínea e irme a Rusia. A ese grado llegamos”.

Por último, Vladimir finaliza hablando desde su experiencia en México, un país que mira como suyo, que piensa en su idioma y que comparte sus luces y sombras tal como su natal Rusia.

“Lo que prefiero es no concentrarnos en esto (sanciones, prohibiciones), pero sí reconocer que vivimos un mundo difícil y en México no es nada fácil, ya sabemos cuántos problemas hay que durante todos los sexenios que llevo aquí, no han tenido una solución. Hubo subidas y bajadas, que no se han resuelto. Y de nuestra parte como artistas, como músicos, lo que nos toca es no solamente alivianar el paladar de nuestro público que a veces tiene que tragar lo más amargo de la vida, sino también fomentar sus gustos, sus buenos gustos por la música, y también darles una alternativa, una sección, de una medicina que es la música, para poder llevar a cabo una vida adelante; y para llevar una vida adelante, se necesita mente sana, una mente purificada. Y en un concierto yo creo que si podemos darles esta alternativa a nuestro público”.

Por otra parte, considera también la principal recompensa en su trabajo.  “La principal satisfacción es que las personas, el público, los músicos, si me toca dirigir, por ejemplo, pasan su tiempo conmigo en el concierto. La mayor satisfacción no es personal, porque obviamente me emociona dirigir, me emociona hacer música con los grandes compañeros que tengo aquí en México, pero la satisfacción la regalo para el público. Si el público piensa que después de un concierto valora el tiempo que invirtió en él, para mí es el mejor agradecimiento y la mejor satisfacción”.

Mira la entrevista completa aquí: