Perfil: Jeannette Jara, la abogada que busca mantener al oficialismo en la presidencia de Chile
La abogada y administradora pública de 51 años Jeannette Jara Román es la candidata del bloque oficialista de Chile para ser la próxima presidenta. Hija de un mecánico industrial y una dueña de casa, inició su trayectoria política como dirigente estudiantil militando en el Partido Comunista (izquierda), del que es miembro hasta hoy. En su carrera en el Estado, Jara ha desempeñado dos cargos públicos de alto perfil: subsecretaria de Previsión Social y ministra del Trabajo. Con esas credenciales, y una campaña que analistas califican como efectiva, Jara encabeza las preferencias ciudadanas con un 26 por ciento, según el estudio de Panel Ciudadano.
El bloque oficialista de izquierda en Chile tuvo varios problemas para encontrar un candidato presidencial, de cara a las elecciones del 16 de noviembre. El alcalde de Maipú (centro) Tomás Vodanovic, militante del Frente Amplio (izquierda) y el político chileno mejor evaluado en las encuestas, rechazó postularse, pese a todas las insistencias del bloque y Michelle Bachelet (2006-2010 y 2014-2018), dos veces presidenta del país y la carta más fuerte del sector, optó por una candidatura a la secretaría general de la ONU.
Jara, ministra del Trabajo de Gabriel Boric, fue una especie de candidata de última hora. Contando con poca experiencia en cargos políticos, sorprendió a todos cuando se impuso en la primaria oficialista de junio por sobre Carolina Tohá, una avezada política nacional de larga trayectoria. Expertos destacaron en esa oportunidad la cercanía, el carisma y la espontaneidad de Jara, como atributos que primaron en su victoria.
Jara lidera las preferencias según las encuestas, seguida por José Antonio Kast (Partido Republicano, ultraderecha). Los otros candidatos que competirán por la presidencia de Chile este domingo son: Evelyn Matthei, del bloque de centroderecha Chile Vamos; Franco Parisi, del Partido de la Gente (centroderecha); Johannes Kaiser, del Partido Nacional Libertario (ultraderecha); y los independientes: Harold-Mayne Nichols, Marco Enríquez-Ominami y Eduardo Artés.
Pese a encabezar la intención de voto en primera vuelta, la académica advierte que ese respaldo proviene principalmente del electorado de izquierda y de la aprobación al Gobierno, más que de un apoyo personal consolidado a su figura. "Jara tiene un apoyo de la gente de izquierda, pero no en específico a ella. En la derecha hay un abanico de abanderados - Kast, Kaiser y Parisi - mientras que en la izquierda no hay más candidatos competitivos. Ella ganó una primaria con baja participación y su apoyo es similar al apoyo que tiene el Gobierno. Esa es una aprobación que se traslada y por eso se entiende su respaldo en las encuestas, pero que no sería suficiente", añadió.
Castillo considera que la campaña de Jara "ha sido bastante pasiva, no se han visto grandes propuestas ni promesas que se puedan identificar; hay pocas ideas fuerza y las que hay, cuesta identificarlas. En general, ella ha sido reactiva a las declaraciones de los demás y cuesta asociarla a un eslogan o una marca".
El origen humilde de Jeannette Jara Román es uno de los atributos que ha explotado el oficialismo durante su campaña. Hija de un mecánico industrial y una dueña de casa, nació y se crió en El Cortijo, una población pobre de la comuna de Conchalí, en el sector norte de Santiago. La mayor de cinco hermanos ha explicado en reiteradas entrevistas que su primer trabajo fue de temporera a los trece años, recolectando kiwis en un fundo agrícola.
Estudió Administración Pública y Derecho, titulándose de ambas carreras, e inició su trayectoria política en las filas de los movimientos estudiantiles, llegando a ser presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Santiago. En 1989 entró a militar a las Juventudes Comunistas y fue dirigente sindical trabajando como funcionaria en el Servicio de Impuestos Internos.
Su primer cargo gubernamental fue en la segunda administración de Bachelet, como subsecretaria de Previsión Social, y durante años ejerció como docente, alejada de la política de primera línea, hasta que el presidente Boric la nombró ministra del Trabajo en 2022, siendo la primera militante del Partido Comunista en ocupar ese cargo desde el Gobierno de Salvador Allende (1970-1973).
Como ministra, Jara consiguió sacar adelante dos reformas que significaron poderosas victorias para el Ejecutivo: la reforma previsional, que logró subir las pensiones de vejez de los trabajadores, y la ley de 40 horas, que impide a las empresas contratar por más esa cantidad de horas a la semana a sus trabajadores. La gestión que realizó Jara en ambas iniciativas le otorgó notoriedad pública, generando una masa de seguidores que hoy dicen ir arriba de la "jaraneta", subiéndose a una candidatura que busca continuar con el legado de Boric.
¿Qué ofrece para Chile?
La candidatura de Jara se articula en torno a un programa que busca fortalecer el rol del Estado y mejorar las condiciones de vida de la población mediante cambios estructurales.
Entre sus propuestas centrales se encuentra la creación de un "sueldo vital" de 750.000 pesos (795 dólares), que ha sido presentada como una medida para elevar el estándar mínimo de ingresos y disminuir la precariedad laboral. Sin embargo, esta iniciativa ha generado debate: mientras sus defensores sostienen que tendría un impacto social inmediato, economistas y representantes de pequeñas y medianas empresas advierten que podría incrementar los costos de producción, impulsar la inflación y poner en riesgo la sostenibilidad financiera de negocios de menor tamaño.
Jara también propone avanzar en la construcción de 360.000 viviendas para reducir el déficit habitacional y ampliar el acceso a servicios esenciales, además de implementar una Sala Cuna Universal gratuita que facilitaría la participación laboral, especialmente de mujeres.
Otro eje de su programa es el fortalecimiento del Estado como actor relevante en la economía, con énfasis en las industrias estratégicas del litio y el cobre. La idea es que el Estado no solo regule y coordine la inversión privada, sino que participe directamente en áreas clave para el desarrollo del país, mediante asociaciones público-privadas y ampliación de la provisión pública de servicios.
En el ámbito derechos sociales y libertades, Jara también tomó una definición importante en octubre, cuando confirmó que apoyará e impulsará la legalización del aborto libre hasta las 14 semanas. Esta postura la alinea con los sectores progresistas y feministas, aunque abre un flanco de tensión con sectores más moderados y conservadores dentro y fuera de su coalición.
División al interior, un antecedente
La tienda política que ha albergado a Jara hace décadas ha sido, irónicamente, uno de los principales obstáculos en su campaña.
El Partido Comunista es reconocido por la disciplina de sus militantes y constantemente los adversarios de la candidata le piden desmarcarse de algunas máximas del dogma, enfrentándola para que diga, por ejemplo, que en Venezuela "hay una dictadura", que aclare si adhiere al marxismo o no o que critique las restricciones en Cuba.
Además, los mismos dirigentes del partido han bombardeado constantemente su candidatura, dejando en evidencia un profundo quiebre entre el sector más tradicional del conglomerado y el que representa a la renovación, que integra Jara. Algunos líderes comunistas más veteranos han criticado la reforma de pensiones que impulsó la candidata, uno de sus principales logros políticos, y el presidente de la tienda, Lautaro Carmona, la orilló a tomar posición sobre un nuevo proceso constitucional, un tema que había quedado atrás luego de dos procesos fallidos.
A fines de septiembre, tras meses de evitar el confrontamiento, Jara se atrevió a dar el paso para desvincularse de los altos mandos del partido y aunque no renunció a su militancia, declaró que existe una "falta de fraternidad" de parte de los dirigentes comunistas, afirmó que ella tiene objetivos distintos que los que plantea el presidente Carmona y se refirió por primera vez al Gobierno cubano, afirmando que "no es una democracia", una línea que hasta ahora no había cruzado.
Unas 15,8 millones de personas están habilitadas para votar este domingo en la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Chile, para elegir entre ocho candidatos.
Si ninguno obtiene el 50 por ciento más uno de los votos, los dos más votados pasarán a una segunda vuelta, que se celebrará el 14 de diciembre
Estos comicios son los primeros desde que se reinstauró el sufragio obligatorio, en 2022, en un país en el que en las tres últimas elecciones presidenciales promedió una participación de alrededor del 50 por ciento.
Quien resulte electo asumirá el 11 de marzo de 2026 por un periodo de cuatro años.